En 1969, Panasonic asombró a los asistentes al Consumer Electronic Show (CES) con un innovador televisor portátil con pantalla de 1.5 pulgadas y apenas 900 gramos de peso. Imagino la sonrisa de quienes, en aquellos días, se preguntaban si la televisión en la palma de la mano era posible. Supongo que un gesto alegre se dibuja en mi rostro cada vez que tengo la fortuna de asistir a un evento como el CES en Las Vegas y soy testigo de los avances que la industria muestra en estas ferias tecnológicas.

Hoy, en este 2017, el concepto de la televisión en la palma de la mano se entiende como un smartphone, con pantalla 4K de 7 pulgadas, conectado a internet y que me permite ver series de Netflix en cualquier momento. Esta pantalla también es la ventana a un mundo relativamente nuevo que me facilitará gestionar muchos de los servicios y dispositivos con los que convivo en mi hogar. Bastará con que el refrigerador, una mesa o una cámara de vigilancia estén conectados a la red. Por cierto, la cámara ya lo está, con ella veo a mi hija llegar a casa proveniente de la escuela.

Estos son los primeros días del Internet de las Cosas (IoT), los cimientos del hogar inteligente donde, mediante dispositivos conectados, las funciones están disponibles con sólo tocar una pantalla o expresar una orden verbal. La idea está bien delineada y los beneficios son claros: comodidad, seguridad, comunicación e integración de funciones y servicios, por citar algunos. Se cuenta ya con el acceso, cobertura y velocidad de internet necesarios para conectar múltiples dispositivos. A diferencia de la transmisión de video (vigilancia o video-llamadas), la mayoría de ellos transmiten señales que no demandan un amplio ancho de banda.

Sin embargo, el reto se encuentra en la compatibilidad de plataformas, disponibilidad de equipos a precios asequibles y la integración con el estilo de vida propio de sus habitantes (horarios, rutinas o edades), las comodidades básicas del hogar (aire acondicionado, iluminación, entretenimiento) y los servicios conectados a la red urbana (suministro de agua y energía eléctrica o transporte público).

Panasonic trabaja ya en los componentes y tecnologías para superar este reto. Por ejemplo, una delgada batería flexible, de Ion-Litio y recargable, ideal para cualquier utensilio de uso doméstico. O módulos RF miniatura para transmitir los datos de dichos utensilios vía Wi-Fi o Bluetooth. La combinación de estas tecnologías facilitará el control y diseño de útiles objetos cotidianos. ¿Recipientes de comida conectados cuya temperatura se gestione desde un smartwatch? Suena como una posibilidad real, si pensamos que hoy podemos regular la intensidad de la iluminación de una sala mediante una app intuitiva.

El hogar inteligente tomará forma con el paso de los años, con una marcha mucho más veloz que el concepto de la TV en la palma de la mano. ¿Y las zonas urbanas o ciudades inteligentes? Panasonic también se enfoca en ellas. ¿Les son familiares desarrollos como Fujisawa Sustainable Smart Town en Japón o Denver Peña Station en Estados Unidos? Pídanle al asistente personal de su smartphone que busque información sobre ellos y, cuando escuchen los datos que emite esa voz femenina, seguramente esbozarán una sonrisa que les indicará que mucho de lo que imaginan es posible.

KEN TSUTSUMI
Director de Ventas de la División de Soluciones Integrales B2B de Panasonic de México

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