“Lo que no se mide no se puede controlar”

En México, la segunda causa de emisiones de CO2 más importante es la generación de energía eléctrica, que representa un 32 por ciento del total de emisiones. Esta energía eléctrica se destina en gran parte para satisfacer la demanda de los edificios de vivienda, oficinas o comerciales.

El reto para las empresas desarrolladoras y constructoras está en que estos edificios sean eficientes para reducir su demanda y por lo tanto las emisiones de CO2. Pero, ¿cómo asegurar un consumo de energía eficiente?

En edificios nuevos es fundamental partir de un buen diseño pasivo, buscando aprovechar los recursos y fuentes renovables como, por ejemplo, el sol para iluminación natural, o el viento para ventilación natural.

Una herramienta interesante para definir un diseño eficiente son las simulaciones energéticas. Se hacen a través de un software que considera las condiciones climáticas del sitio, y en el que se modela el edificio con toda la información sobre materiales, aberturas, cargas térmicas, equipos, etcétera, con la finalidad de obtener su consumo energético en un año.

Con esta información, se pueden hacer optimizaciones en el diseño, buscando reducir la demanda de energía, al obtener ahorros de hasta un 50 por ciento, o, incluso, lograr un “edificio energía cero” con generación de fuentes renovables, según el caso.

En edificios existentes se puede llevar a cabo una auditoría energética. Dada la premisa: “lo que no se mide no se puede controlar”, la auditoría es el primer paso para identificar dónde se encuentra el mayor potencial de mejora.

Es importante conocer la meta, pero también de dónde partimos. Una auditoría energética es un análisis detallado de la situación energética de un edificio, estudia sus equipos y modos de operación para definir posibles mejoras en su rendimiento. Es muy recomendable contar con el apoyo de un experto, pues favorece la profundidad y los resultados del análisis.

Invertir en instalaciones eficientes es rentable en el corto plazo, pero se convierte también en una estrategia a largo plazo, pues además de los beneficios económicos se reduce el impacto ambiental, y, a fin de cuentas, las empresas que sean responsables con el medioambiente y la sociedad son las que triunfarán.

Ana Cecilia Garza González

Arquitecta por ITESM y master en Eficiencia Energética por la Universidad de Barcelona. Consultora de edificación sustentable en E.Lab.

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