Han pasado más de 40 años desde que David Mustri incursionó en la arquitectura y la construcción. Desde joven, su inquietud por crear lo llevó a convertirse en uno de los desarrolladores y arquitectos más prominentes del país, aunque su nombre también figura internacionalmente. Estamos frente a un hombre cuyas virtudes le permiten ser arquitecto y desarollador al mismo tiempo

Por Antonio Nieto, Fotografía: Rubén Darío Betancourt

¿Qué pasa cuando se juntan una disciplina como la arquitectura y la visión empresarial para las inversiones inmobiliarias? Para el arquitecto David Mustri, sí surge una potente hibridación que permite tener una perspectiva global de ello. Aunque él prefiere ser reconocido como “amigo”, es arquitecto y desarrollador.

Mustri sabe combinar no sólo las disciplinas, sino el ámbito más importante para él, que es su gente, familia y trabajo. En esta suma de valores fundamentales, él erige su vida y, desde luego, una empresa fuerte, con principios hoy tan ausentes como el apoyo al prójimo. A ello atribuye parte del éxito.

Estamos en el piso 16 de un edificio de Insurgentes Sur. “El entorno ha cambiado mucho”, parece musitar el arquitecto cuando al mirar hacia la ciudad, que tantas veces ha contemplado, pues sabe que él es parte de todo aquello que ve.

Smart Building (SB): ¿En qué momento de su vida nació la inquietud por la arquitectura y el desarrollo inmobiliario?
David Mustri (DV): En los años 60, mi padre incursionó en la industria de la construcción, con algunas empresas de ese tiempo que eran importantes, y yo lo acompañaba a ver las obras; nos dedicábamos mucho a ver detalles de los edificios, cómo se diseñaban y se empezaban a construir. Me dio mucha curiosidad y me llamó mucho la atención. En  ese tiempo, estaba estudiando la preparatoria, en 1972 terminé,  estaba por decidirme entre las carreras de arquitectura o administración de empresas.

Para mí fue un parteaguas entrar a la universidad, a Arquitectura, porque sé que escogí una carrera muy alineada con las perspectivas de mi vida futura. Más que una profesión, es una forma de vida. Me agrada mucho, soy muy inquieto, me gusta la obra, y estar metido en la parte de diseño también. Y así es como empezó mi trayectoria en el diseño arquitectónico y la industria de la construcción.

En la UNAM,  estudié la carrera, de 1972 a 1976.  Después cursé un posgrado en la Universidad La Salle, luego me fui a Europa, a España. Estudié un poco de arquitectura mudéjar, influencia árabe y de España, y así es como he ido enriqueciéndome de programas y diplomados en los que siempre he estado interesado, en saber y aprender más.

SB: ¿Qué tipo de fortaleza adquiere al ser desarrollador y arquitecto a la vez?
DM: Me complace construir mis propias obras.  Aunque diseñamos también para empresas en las que no participo como inversionista, también me gusta hacer obras en donde yo invito a inversionistas. O sea, además de diseñar proyectos para terceros, también hago obras para desarrollar personalmente y tener participación económica en ellas. En la empresa acual, que fundamos hace 40 años, ha ido creciendo nuestro equipo humano. Posteriormente, entró mi hermano, después mi hijo, y ahora está mi otro hijo también. Es una empresa que, a parte de ser constructora, es diseñadora de proyectos arquitectónicos, administradora y busca la participación de coinversión.

SB: ¿Cómo ha visto la evolución del mercado de la edificación en México?
DM: Por sí sola, la ciudad lo dice: cada vez va creciendo más, en sí el país. En mayor medida deja de ser tan artesanal. Hoy vemos que el sector de la construcción es una verdadera industria en cuanto a la tecnología y la forma de construir. Cada vez se han perfeccionado más; hacemos mejor las cosas. Yo siento que México es un país pionero en la industria de la construcción y no puedo decir menos en la parte de diseño arquitectónico; hay arquitectos mexicanos muy buenos y talentosos. Tenemos unos desarrolladores importantes, así como arquitectos de reconocido prestigio internacional.

SB: ¿Y qué concepción tienen ustedes de la edificación inteligente y sustentable?
DM: Es muy necesaria, porque en este tiempo hay tanta competencia entre las empresas que buscan espacio y son transnacionales que debes competir con otros edificios y ellos se van por los mejores. Entonces, si yo quiero pensar en un edificio que, en lo particular, no es LEED, creo que estaría abajo en el nivel del costo por metro cuadrado, en arrendamiento o venta. Es decir, lo primero que te pregunta un arrendatario de primer orden es: “¿Tu edificio es LEED?”. Porque un edificio con características sustentables es uno que ahorra energía y cuida del medioambiente, que cubre todas las necesidades que busca un arrendatario de primera.

SB: ¿Lo que se demuestra es que se pueden hacer negocios sustentables, cuidando el medioambiente?
DM: Por supuesto, es lo que debe ser. En estos tiempos, si no cuidas el medioambiente, no estás en la jugada.

SB: ¿Considera que se está haciendo lo correcto en términos de desarrollo inmobiliario?
DM: Yo pienso que no es precisamente que no se esté haciendo lo correcto; cada vez se están haciendo mejor las cosas, de una forma en la que cuidas el medioambiente. Recuerdo que en mis primeros años de trabajo no se cuidaba ese tipo de cosas, como el entorno, o si lo cuidabas era de paso, no reparabas en los lineamientos que te marcaban las autoridades. Era más bien un orden, pero con desorden: hacías lo que podías hacer.

Hoy, la ética profesional requiere hacer las cosas con la experiencia, para cubrir las necesidades que la población de México demanda. Cada día somos más, por lo que el país también demanda más y más cuidado al medioambiente, más cuidado al prójimo.

SB: Se sabe que hay una problemática muy fuerte en cuanto al tema del mantenimiento. Una edificación a la que no se le da un servicio adecuado puede tener graves problemas a futuro. ¿Qué piensa de eso?

DM: Sí es importante mantener los edificios porque todo lo que no envejece con dignidad no funciona; quiere decir que aunque construyas las cosas y queden bonitas, si no las cuidas o mantienes alimentadas durante su época normal de vida, van a envejecer mucho antes. Es como las personas, si a una persona no la nutres, es lo mismo que una construcción. Existen tantos elementos dentro de un inmueble, y más de este tipo, que si no los mantienes se acaban.

SB: ¿Ha encontrado una distinción fundamental entre las nuevas generaciones que están incursionando en el mundo de la arquitectura? ¿Ve algo diferente que le preocupe o entusiasme?

DM: Me preocupa que los nuevos desarrolladores cuiden más el negocio que desarrollar bien las cosas. Hoy por hoy, necesitamos que los jóvenes tengan, dentro de su pensamiento, saber desarrollar un edificio, una construcción y no pensar solamente en la parte económica; todo es importante. Si desarrollas algo mal, el día de mañana tendrás problemas de usuarios, fallas, o simplemente un sismo. Si no tienes bien construido algo, tú no sabes lo que pueda pasar.

SB: ¿Recuerda cómo fue su primer diseño, su primera incursión?
DM: Mi primera incursión fue trabajar en una obra con un amigo de mi padre, donde aprendí mucho. Después me dediqué a hacer casas de lujo en Tecamachalco, Bosques de las Lomas y así fue como empecé a construir casas y venderlas. Eso me ayudó muchísimo, y después empecé obras en Polanco, hice 12 sinagogas en México y una en Los Ángeles. Luego hice obras en el exterior de la ciudad, en provincia, en Cancún, Acapulco, Querétaro, Jalisco y Monterrey. Así fue como formamos la constructora. En los años 80 me especialicé mucho en vivienda, después la parte de edificios y oficinas.

SB: ¿Cómo le gusta más que lo vean, como un arquitecto o como un desarrollador?
DM: Como un amigo.

SB: ¿De dónde se inspira para crear sus diseños?
DM: Yo me nutro mucho de la creación, de construir, de desarrollar. Ésa es para mí la parte más importante dentro de mi desarrollo profesional. Me gusta mucho la construcción, el campo de trabajo. Me encanta porque lo que diseño lo puedo ver; lo que vamos diseñando o proyectando, lo podemos palpar.

SB: Y de sus principales influencias, ¿quién considera que son sus maestros?
DM: Yo pienso mucho en Frank Lloyd Wright, Richard Meier, que son los arquitectos que me gustan. De contemporáneos, te puedo hablar de Legorreta, Teodoro González de León, Frank Gehry, también Helmut Jahn. Yo fui a ver obras en Berlín de él, siempre lo he admirado. La primera obra que vi de él fue en San Diego; me gusta mucho su trabajo.

SB: ¿A usted qué le parece el momento coyuntural que estamos viviendo?
DM: En todos los momentos en la historia de nuestras trayectorias ha habido este tipo de coyunturas. Recuerdo hace un año cuando iba a entrar el presidente de Estados Unidos, que era una preocupación inmensa, y cuando iba a llegar hace 17 años el PAN a la presidencia. Ha habido tres intentos para que entrara PRD o López Obrador para gobernar el país, y creo que no debemos estar preocupados por algo que es pasajero.

Recuerdo cuando en 1976 se devaluó la moneda y, sin embargo, salimos adelante, así como en 1982, cuando López Portillo dijo que iba a nacionalizar la banca y pensamos que nos iba a ir muy mal. Lógicamente es un retraso importante para el país, como el temblor de 1985. Siempre ha habido situaciones difíciles. El tema es que la industria de la construcción se cae primero en épocas de crisis y también es la última que se levanta; es un negocio a largo plazo, de confianza; es decir, cuando tú tienes confianza en algo, es cuando estás más animado a invertir en negocios a largo plazo. No obstante, tenemos que seguir adelante, no debemos cerrar la puerta y esperar a que pase.

SB: ¿Cuál ha sido unos de los  retos más significativos en su vida?
DM: Restaurar y regenerar muchos proyectos que sufrieron daños durante el terremoto de 1985; no fueron obras mías precisamente, pero sí me di a la tarea de regenerarlas porque era planta productiva dentro de mi familia. Fue mucha la responsabilidad, incursionamos en un medio constructivo que no conocíamos; aprendimos a enderezar y reconstruir edificios que hasta la fecha existen.

En este medio, cada obra tiene una característica y en cada una de ellas aprendes. Yo soy muy crítico, me gusta observar y aprender de otros. Y es importante porque puedo llegar a hacer lo que me gusta; crear algo influenciado por la historia.

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