En las últimas décadas, el mundo ha experimentado cambios extraordinarios, algunos han traído grandes beneficios a la par que otros han propiciado tensiones sociales, económicas y ambientales, pues han supuesto fuertes presiones en los recursos naturales, incluyendo el aire que respiramos, el agua que bebemos y la tierra que utilizamos. Esta situación de nuestro planeta es un tanto desesperada, pero a la luz de la sustentabilidad también es posible visualizar un horizonte esperanzador y con potencialidad de algunas soluciones, como es el caso que representan las edificaciones verdes.
Los edificios de hoy son grandes consumidores de recursos y suponen enormes impactos ambientales, lo que los ubica en el centro de tres crisis convergentes: el cambio climático, el agotamiento de los recursos naturales y el fin de la era de los combustibles fósiles baratos. Tan sólo en México los edificios consumen 74 por ciento de toda la electricidad del país y 40 por ciento del total de la energía producida; a escala global estos valores son aún mayores. Además, los edificios mexicanos consumen 40 por ciento de las materias primas y generan el 30 por ciento de los residuos, así como el 46 de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Estas y otras razones significativas representan oportunidades para reducir las emisiones de GEI y otros desechos, lo cual contribuirá a la disminución del calentamiento global, pues los edificios son constantemente renovados, remodelados o construidos, y por lo tanto, a través de esos procesos se pueden introducir medidas de mitigación. Se predice que entre 2015 y 2035, aproximadamente, 75 por ciento del medioambiente construido será renovado.
Los edificios sustentables intentan varios propósitos simultáneamente: reducir o eliminar las emisiones GEI, disminuir el uso de energía, minimizar la dependencia de los combustibles fósiles, limitar racionalmente el uso de agua, abatir la generación de basura, evitar la contaminación, proteger la renovación de los recursos naturales, preservar o restaurar los ecosistemas, proveer espacios que sean confortables y sanos para la gente (es decir, evitar el llamado síndrome del edificio enfermo), propiciar la creación de comunidades integradas e, incluso, la generación de empleos.
Muchos de los edificios del siglo XX fueron considerados como “máquinas para vivir”, por lo que fueron diseñados para satisfacer las demandas de esa época utilizando criterios muy ajenos al medioambiente. Por ejemplo, a la mitad del siglo pasado, la demanda de electricidad para aire acondicionado o calefacción se incrementó desproporcionadamente; según el diseño de entonces las ventanas no requerían ser abiertas, la dirección de la luz solar y las sombras no eran importantes, pues a menudo los inmuebles estaban separados o alejados de los lugares donde se les requería.
En los edificios modernos y altos, la frágil envolvente, las cubiertas amplias de vidrio y algunas ventanas que fueron proyectadas para no abrirse, sirvieron de excusa para enfriarlos o calentarlos mecánicamente, lo cual propició que se construyeran de la misma forma para cualquier tipo de clima.
En el siglo XXI surgieron sistemas para la valoración del comportamiento ambiental de los edificios. De la veintena de métodos utilizados hoy día alrededor del mundo, destaca el Building Research Establishment Environmental Assessment Method (BREEAM), que fue el primero que se dio a conocer en Europa en 1992. Probablemente el más utilizado y reciente es el Leadership in Energy and Environmental Design(LEED), desarrollado por el U. S. Green Building Council de los Estados Unidos.
Desde finales del siglo pasado los edificios verdes o sustentables han sido considerados como un tema coadyuvante para la preservación ambiental. Actualmente, aumenta el interés en este tipo de construcciones, consideradas un nicho de oportunidad que todos los ingenieros, arquitectos y participantes del sector de la construcción deberían conocer.
Dr. Víctor Manuel López López
Miembro Titular de la Academia de Ingeniería de México, preside el Programa Multidisciplinario de Recursos Naturales y Cambio Climático