Cuando surgieron los primeros edificios inteligentes muchos imaginamos lo increíble que sería vivir o trabajar en ellos. Después, la inteligencia se extendió a los automóviles, algunos electrodomésticos y dominó el segmento de la telefonía.

Con el tiempo, descubrimos que la inteligencia de las cosas no está en la infraestructura digital que la procesa o la almacena, sino en las relaciones que los objetos tienen con otros objetos y, sobre todo, con las personas. Ejércitos de objetos inteligentes procesando millones de datos y abasteciendo algoritmos: miles de transacciones por segundo almacenadas en una base de datos que compara los patrones entre sus registros. Esa es la inteligencia del internet de las cosas (IoT).

Contra todo pronóstico, la tecnología sorteó las dificultades y se infiltró en la microelectrónica led. Era cuestión de esperar a que la conectividad inalámbrica hiciera estragos en la iluminación.

Para muchos, el IoT sobrepasó los efectos de la revolución led. Por el contrario, yo creo que apenas estamos en la primera etapa de esta transición hacia la iluminación inteligente, cuyas bondades prometen ahorros de hasta el 80 por ciento en comparación con las tecnologías convencionales.

El crecimiento estimado para esta solución es alentador. La iluminación inteligente abrió una puerta que la iluminación tradicional nunca imaginó y preparó un terreno competitivo en el que la diferenciación está a la orden del día y la hipersegmentación es la especialidad de la casa.

En una industria tan competitiva con miles de productos ¿dónde están las oportunidades de innovación? Me atrevo a decir que las nuevas funcionalidades, la capacidad multiprotocolo y la compatibilidad retrofit están de sobra, esos son requerimientos imprescindibles para cualquiera que busque competir en el segmento smart.

La clave de la innovación en la nueva normalidad está en la capacidad de educarnos en esta otra dimensión tecnológica de la iluminación. Una pedagogía de la luz inteligente deberá dejar de diferenciar entre la luz natural y artificial para dar paso a un entendimiento en el que la iluminación nos ayudará a reconectar con nuestro ciclo biológico, creando dinámicas más saludables y sostenibles.

El sector apunta a duplicarse en años venideros, lo que hace muy atractivo el ingreso de empresas hasta ahora desinteresadas en la iluminación. Los retos tecnológicos son pocos comparados con los desafíos de los mercados profesionales y de consumo. Será mejor que no esperemos sentados y comencemos a prepararnos.

 

Adrián Moncada  / Twitter: @adrianmoncada

Diseñador industrial egresado del Centro de Investigaciones de Diseño Industrial de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y maestro en Historia del Arte. Es coordinador y profesor de la especialidad de Iluminación para Interiores de CENTRO, editor del blog lightroom.lighting y autor del libro Insights & Inspiration, publicado anualmente por Expo Lighting America.

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