Para el director y fundador de GLR Arquitectos, más que una profesión o actividad empresarial, la arquitectura es una vocación que ha definido su identidad y misión en la vida. Conoce más acerca de su trayectoria y de su pasión por esta disciplina.

Texto: Ricardo Donato / Fotos: Cortesía de GLR Arquitectos

Desde muy temprana edad quedó fascinado por su belleza. Años después, cautivado, se comprometió con ella “en cuerpo y alma”. Hoy, a sus 55 años, está felizmente casado con ella y seguirá dedicándole su vida hasta que su salud se lo permita. Nos referimos, por supuesto, a la arquitectura y al amor que le profesa Gilberto L. Rodríguez.

El epicentro de esta historia de amor ha sido la ciudad de Monterrey. Regio de corazón, Gilberto L. Rodríguez nació en 1966, en el seno de una familia con fuertes lazos con la arquitectura: “Descubrí mi vocación a los 12 años porque la casa de mis padres la diseñó un arquitecto mexicano muy reconocido, don Enrique de la Mora y Palomar. Cuando terminó de construir la casa familiar a finales de los setenta decidí que iba a ser arquitecto. Jamás consideré otra profesión”, relata en entrevista exclusiva con Smart Building.

Más tarde, estudió arquitectura en el Tecnológico de Monterrey, carrera de la que se graduó 1989. Luego de trabajar algunos meses en un despacho en España, diseñó su primer gran proyecto: Casa Elizondo, una vivienda con más de 1 mil metros cuadrados ubicada en un terreno del Cerro de la Corona y el Parque Nacional de Chipinque, a las afueras de la ciudad regiomontana: “Me entregué en cuerpo y alma a esa obra y gané una mención en la Bienal Nacional de Arquitectura, lo que fue un giro muy grande en mi carrera, porque gracias a ese reconocimiento publiqué mi obra en dos libros muy importantes de arquitectura”, relata Rodríguez.

A inicios de los noventa consolida este éxito y estudia la Maestría de Arquitectura y Diseño Urbano en la Universidad de Harvard. A su regreso, en 1997, cofundó junto con David Fernández García, su propio despacho. Sus carreras e intereses, sin embargo, se separaron, por lo que Gilberto L. Rodríguez siguió su aventura en solitario: “Ya son 24 años de actividad ininterrumpida en Monterrey, creciendo poco a poco, realizando proyectos cada vez más importantes. El nombre de GLR Arquitectos se lo puse tiempo después, como una forma de reconocer el apoyo de mi equipo. En estos momentos somos alrededor de 20 personas, y pues sin ellos no haríamos todo lo que hacemos en GLR”.

Smart Building (SB): ¿Cuáles han sido tus influencias principales?

Gilberto L. Rodríguez (GLR): La más importante fue Don Enrique de la Mora y Palomar, a quien conocía desde los 9 años. Él era de Guadalajara, un personaje muy simpático, de gran talla en la arquitectura mexicana, con edificios muy importantes. Fue uno de los artífices de Ciudad Universitaria, y junto con Félix Candela hizo la Capilla San José del Altillo, en Coyoacán. Pero su primera gran obra se la dio mi abuelo, acá en Monterrey. Mi abuelo era un líder nato, fue uno de los primeros diputados de oposición por el PAN y participó en la fundación del Tecnológico de Monterrey, que fue el primer campus universitario del país en los años cuarenta. También dirigió un patronato para reconstruir la Iglesia de La Purísima, que estaba en muy malas condiciones. Entonces, él invita a Enrique de la Mora y juntos realizan el primer templo modernista del continente americano, ni siquiera en Estados Unidos había iglesias tan modernas. Para Monterrey fue un salto cultural enorme. De la Mora ya era conocido, pero con esta obra ganó el Premio Nacional de Arquitectura, y de ahí se catapultó su carrera. Otra influencia fue don Luis Barragán. En 1980, cuando yo todavía era estudiante, recibió el Premio Pritzker, y marcó a todos los arquitectos mexicanos de mi generación. Después, tuve la fortuna de tener a grandes maestros en Harvard. Uno de mis profesores fue Rafael Moneo, quien también ganó el Pritzker, en 1996. Otro fue el catalán Enric Miralles, que fue un arquitecto muy importante, pero que murió muy joven. Y el otro es Francisco Mangado, que también fue mi maestro en Harvard. Él aún vive, en Pamplona, es un buen amigo mío y sigo teniendo una relación muy buena con él.

SB: ¿Cuáles son los principales mercados en los que se enfoca GLR Arquitectos?

GLR: Nuestro principal mercado es el residencial, viviendas como Casa Terra, grandes y lujosas. Algunas de las casas que he diseñado han aparecido en publicaciones importantes de arquitectura como Eco living y 21 First Century Susteinable Homes. En el rubro residencial ofrecemos tres servicios: diseño, construcción e interiorismo. En Casa Terra hicimos diseño e interiorismo, la construcción la hizo el Tecnológico de Monterrey. Nuestro segundo mercado importante son los desarrollos inmobiliarios y edificios de usos mixtos, torres de departamentos con algún componente de oficinas, vivienda y comercios. Y el tercer rubro, que ha sido pequeño pero importante, es el institucional. En conjunto con Sasaki, una firma de Boston, realizamos la Biblioteca Central del Tecnológico del Monterrey, un edificio de 21 mil metros cuadrados de construcción. También diseñé El Pabellón, un espacio para dar conferencias que antes era la antigua cafetería de la universidad.

SB: ¿Cuál es tu concepto de edificación sustentable y cómo lo incorporas en tus proyectos?

GLR: Cuando fui estudiante, antes que hablar de sustentabilidad, la tendencia era el diseño bioclimático. Hoy en día sigo aplicándolo, pues  resulta crucial en una ciudad como Monterrey, donde no podemos vivir sin aire acondicionado, es algo imprescindible. Hasta las casas de interés social tienen un minisplit porque es muy difícil soportar un clima tan extremo, muy caluroso en verano y muy frío en las zonas montañosas. Por lo mismo, los edificios consumen mucha energía. Entonces, es muy importante considerar dos cosas desde el inicio de un proyecto: el diseño y el aislamiento térmico. Es decir, procuro tener buenos materiales y elementos pasivos de construcción que permitan generar sombra, introducir luz, lograr el control térmico, tener una buena orientación, que las fachadas sean ciegas, integrar algún pergolado o parasol que ayude a disminuir la carga térmica. Ponemos mucha atención en el aislamiento, dado que un edificio con menos cristal está mejor aislado, es más eficiente. Por ejemplo, utilizamos block hebel, un material con grandes propiedades de aislamiento hecho a base de concreto celular. Todo esto en conjunto con estudios muy detallados de eficiencia energética donde modelamos y analizamos cómo se comporta la estructura.

“Es muy importante considerar dos cosas desde el inicio de un proyecto: el diseño y el aislamiento térmico. Cuando fui estudiante, antes que hablar de sustentabilidad, la tendencia era el diseño bioclimático. Hoy en día sigo aplicándolo, pues resulta crucial en una ciudad como Monterrey”: Gilberto L. Rodríguez, director de GLR Arquitectos.

SB: ¿Cómo persuades a tus clientes acerca de las bondades del diseño bioclimático y sustentable?

GLR: Realmente no hacemos una labor de convencimiento, sino que llevamos a cabo el proyecto pensando en los criterios de sustentabilidad. Cuando sí realizamos una labor de convencimiento es cuando los clientes dudan en invertir en aislamiento térmico, ahí sí les demostramos que el no invertir en esto es el peor ahorro que pueden hacer en un edificio. Cualquier inversión que hagas en aislamiento es seguro que la recuperas, la verdad es que se paga solo, a lo mejor se tarda cinco años, diez años, pero es seguro que se paga con el ahorro de energía. Al final del día, la sustentabilidad y las certificaciones tienen un costo, y a veces no todos están dispuestos a asumir ese precio. Hace quince, veinte años, todavía era muy difícil convencer a los clientes de los beneficios de la sustentabilidad: techos verdes, boilers solares, captación de lluvia y reciclaje de aguas grises, vegetación nativa, aislamiento térmico en muros, etcétera. Al implementar sistemas sustentables siempre te topas con los costos, en algunos casos podemos llegar muy lejos, en otros menos. Creo que vamos avanzando en esta educación, pues cada vez es más frecuente que los clientes accedan a tener una doble piel, una fachada ventilada, vidrios dobles de alta emisividad. Hoy en día este lento empujar, el ir concientizando a los desarrolladores residenciales, comerciales e institucionales, creo que está rindiendo frutos.

SB: ¿Cuál es la obra arquitectónica de la que más te enorgulleces?

GLR: Al día de hoy, Magma Towers es mi legado más importante en Monterrey, un edifico de gran escala y muy bien ejecutado, mi primera obra con más de 40 mil metros cuadrados de construcción. Sus 230 departamentos están totalmente habitados al igual que sus plantas comerciales. Ha sido mi proyecto más desafiante porque se construyó de una forma muy diferente a lo que presenté como diseño, que eran unos prismas mucho más complejos de construir y comercializar, pero eso fue lo que cautivó al cliente. Al aterrizar el proyecto el diseño se modificó muchísimo. Al principio hice muchos corajes porque me cambiaron todo, pero después comprendí la lógica inmobiliaria y lo que hubiera costado hacer ese edificio tan caprichoso. Al final, siempre lo concebí como un par de torres negras. Mientras más grande la escala, tienes que dejar ir los detalles. Magma Towers se iba a construir todo con piedra basáltica, pero al final por costo, mantenimiento, peso, la piedra basáltica se convirtió en un porcelanato y debo confesar que así quedó mejor de lo que imaginaba. La fachada se ve impecable y fue el primer edificio que hicimos con una fachada ventilada.

SB: ¿Cuál es el estilo de dirección de Gilberto L. Rodríguez y cómo ejerces tu liderazgo en GLR Arquitectos?

GLR: Cada vez enfoco más mis esfuerzos en trabajos gerenciales, temas de recursos humanos, de nóminas, financieros, por lo que tengo menos tiempo para diseñar. Sin embargo, todavía trato de hacer el diseño conceptual, a lápiz, de las primeras líneas de un proyecto, aunque sólo le dedique unas cuatro horas, marco el rumbo y mi equipo lo continua. He logrado conformar un equipo de trabajo muy bueno, con un coordinador de diseño arquitectónico, otro de proyecto ejecutivo, una coordinadora de diseño de interiores y otro más de construcción. Son como cuatro patas de una mesa y cada uno de ellos tiene a su vez varios arquitectos o ingenieros que los apoyan en diferentes áreas. Entonces, yo tengo que ser líder de unas 20 personas, pero creo que hemos logrado hacer muy bien las cosas. Trato de ser muy empático. Mi estilo es inspirar a la gente para que dé lo mejor de sí misma, motivándolos con el ejemplo y el buen trato porque es difícil encontrar personas con un nivel de compromiso alto.

SB: ¿Cuál es tu filosofía como arquitecto?

GLR: La arquitectura es una profesión difícil, muy competida, pero a la vez muy gratificante. Yo he logrado tener éxito en esta profesión, muchas oportunidades. Claro, me las he ganado trabajando y estudiando duro, preparándome. Me considero afortunado, tengo muchos excompañeros que abandonaron la profesión porque no es nada fácil. Definitivamente debes dedicarte a ella en cuerpo y alma, desde que te gradúas hasta que te mueres. Siempre pongo de ejemplo a Ricardo Legorreta, la manera en que desarrolló su carrera y cómo llevó su arquitectura a los cinco continentes, aunque mi obra no se parece nada a la suya. Falleció a los ochenta y tantos años y un par de meses antes andaba supervisando el Hospital Zambrano, acá en Monterrey. Estaba casado con la arquitectura. Era ese tipo de personas que jamás piensa en el retiro. Creo que los arquitectos más exitosos piensan así, su vida es la arquitectura. Para mí también lo es. Claro, hoy en día, trato de equilibrar el trabajo con mi vida familiar, pero en mi juventud estuve muy entregado a mis proyectos y gracias a eso tuve éxito desde temprano. A mis 55 años me siento realizado como arquitecto. La verdad estoy muy agradecido con la arquitectura y voy a dedicarme a ella el resto de mi vida.

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