Por Rubén Morón, socio director de CIVITA, empresa asociada a Sustentabilidad para México A. C. (SUMe)

 

De acuerdo con una publicación del World Resources Institute (WRI), la eficiencia energética en edificios tiene, a nivel mundial, el mayor potencial de reducción de emisiones de carbono de una manera económicamente viable, comparado con otros sectores, como el industrial, el transporte y la agricultura (WRI, 2016). Sin embargo, para poder llevarse a cabo y tener resultados en el corto plazo, se debe lograr su implementación de manera masiva y, para ello, se requiere coordinación entre gobiernos e iniciativa privada así como el impulso y participación de organismos no gubernamentales nacionales e internacionales. Uno de los obstáculos más grandes a los que se ha enfrentado el movimiento de la eficiencia energética en la edificación, no sólo en México si no en el mundo entero, es la falta de programas y políticas públicas que incentiven la inversión en la materia.

En México, el Programa de Acción Climática para Ciudades apoyado por el Building Efficiency Accelerator (PACC-BEA), ha dado ya sus primeros frutos en estados como Campeche y Yucatán desde 2018. En ellos, se han llevado a cabo actividades apoyadas por diversas empresas, instituciones académicas y gubernamentales así como asociaciones civiles, entre ellas Sustentabilidad para México A. C. (SUMe), que ha coordinado y asesorado acciones encaminadas al desarrollo de políticas y a la incorporación de criterios de eficiencia energética en edificios públicos de ambas entidades federativas.

Por otra parte, la emergencia sanitaria por Covid-19 ha puesto nuevamente a las personas y su bienestar en el centro de la discusión global. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado que mientras más tiempo se pasa en un espacio interior y mientras más personas haya en él, mayor es el potencial de transmisión aérea del virus SARS Cov-2.

Un estudio realizado por Lawrence Berkeley National Laboratory determinó que las personas pasan en promedio 87 por ciento del tiempo en el interior de una edificación en donde la concentración de algunos contaminantes puede ser entre 2 y 5 veces mayor que en exteriores. Las recomendaciones de la OMS indican abrir las ventanas si es posible o aumentar el porcentaje de aire exterior en los sistemas mecánicos, así como aumentar la filtración del aire. La adecuada ventilación de los espacios resulta indispensable para un regreso seguro a espacios de trabajo y de esparcimiento.

Si bien los sistemas de aire acondicionado han permitido y provocado que la mayoría de las edificaciones contemporáneas se aíslen de su entorno con fachadas cerradas a costa de un alto consumo energético, hoy es claro que se debe dar prioridad a la salud de los ocupantes y a la reducción del consumo de energía para evitar emisiones de carbono. México se ha comprometido con acciones contra el cambio climático en el Acuerdo de París para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero 22 por ciento para 2030. Ello representa un reto y una responsabilidad para todos los profesionales del diseño arquitectónico e ingeniería de los edificios en donde las personas y su relación con el entorno construido son el elemento clave.

Fuente: SUMe

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Ricardo Donato

Editor Smart Building

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