Después de la inauguración de “Cuba, la singularidad del diseño” en el Museo de Arte Moderno (MAM), en la Ciudad de México, Smart Building platicó con el diseñador industrial Luis Ramírez Jiménez, quien también es vicepresidente de la Fundación Caguayo.
En 2018, Ramírez Jiménez obtuvo el Premio Nacional de Diseño Industrial “Conjunto de Mobiliario Mondrian”, en La Habana, Cuba. También participó en el diseño arquitectónico para los interiores del Hotel Luca, en Santo Domingo, República Dominicana, así como en la producción del mobiliario para el Capitolio Nacional y Tribunal Supremo en La Habana.
Cabe señalar que la exposición estará disponible hasta el 8 de marzo en el MAM y es organizada por la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, en colaboración con Design Week México (DWM).
Esta muestra colectiva sobre diseño cubano fue curada por Jimena Acosta, del MAM, e Inbal Miller, curadora invitada de DWM. Cuenta con obras de colecciones públicas y privadas de Cuba, como la de Pepe Menéndez, Eduardo Luis Rodríguez y Luis Ramírez; y de instituciones como el Centro de Investigaciones en Diseño Industrial de la Facultad de Arquitectura (Universidad Nacional Autónoma de México).
Smart Building (SB): ¿Por qué una exposición de este tipo?
Luis Ramírez Jiménez (LRJ): Porque la primera exposición de diseño que se hizo en México, “Arte y Diseño en la vida diaria”, la realizó Clara Porset [Matanzas, Cuba, 1895 – Ciudad de México, 1981] en 1952, en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Sentimos que era muy importante tomar esa premisa y hablar ahora extendiendo el discurso al urbanismo, la arquitectura, el diseño industrial y gráfico cubano, desde 1959 hasta nuestros días.
SB: ¿Está pasando algo en el diseño cubano actual?
LRJ: Muchísimo. Creo que el público va a estar muy sorprendido, va a encontrarse con muchas cuestiones y personalidades que no son conocidas en México, como Gonzalo Córdoba, que es un arquitecto y diseñador cubano que vive todavía; contemporáneo de Clara Porset.
Córdoba tenía proyectos completamente integrales en los que hacía todo: acabados, interiores, muebles, lámparas, el diseño del logotipo, etcétera.
SB: Más allá de difundirse y hacer una retrospectiva desde los inicios de la Revolución cubana, ¿qué otro objetivo busca el diseño cubano actual?
LRJ: Con la creación del Instituto Superior de Diseño, fundado en 1984, surge una serie de diseñadores que se han abocado en resolver problemas reales y, en la mayoría de los casos, de índole social. Sobre eso estamos trabajando, llevamos muchos años resolviendo problemas a partir de nuestras dificultades, desde el punto de vista social como del tecnológico, y tratando de dar soluciones por todas las vías, diseñando productos y gráfica para que de alguna forma lleguen también a las casas y resuelvan determinados problemas, que convivan con las personas, que las hagan más felices y que les permitan vivir menos tensas.
SB: ¿Qué tanto se está exportando el diseño arquitectónico cubano y el de interiores?
LRJ: Ahora mismo estamos más concentrados hacia adentro que hacia afuera, porque tenemos muchos problemas que resolver, realmente hay una gran demanda y necesidad interna, casi todo lo estamos enfocando en ello. Eso no quiere decir que no hagamos trabajo internacional. Hemos trabajado con algunas industrias en Italia, en diseño de producto, proyectos que se le han encargado a diseñadores cubanos, y también se han hecho algunos proyectos de interiores en países como República Dominicana y Panamá. Pero ahora mismo estamos tratando de resolver los problemas internos, buscando soluciones.
SB: ¿Cómo están enfrentado el problema de la sostenibilidad y eficiencia energética?, ¿qué iniciativas tienen?
LRJ: Ahora mismo hay dos tipos de construcción e intervención: una a nivel estatal, que radica fundamentalmente en las edificaciones de uso colectivo, como es el caso de hospitales, escuelas, hoteles y restaurantes, en las cuales ya se está teniendo en cuenta el aprovechamiento del uso de la energía, de paneles solares, de otras alternativas como los molinos de viento o determinados filtros de purificación de agua. En el caso de las viviendas, se trabaja con materiales básicos, en las ventanas se utiliza la madera y los cristales para que entre la iluminación lo más que se pueda. En algunos casos se eleva un poco más la altura [de las paredes] para que refresque, evitando el uso de equipamientos eléctricos. En esencia, se trabaja sobre lo básico, quizá no con tanta tecnología como en el resto de los países, pero sí aprovechando las posibilidades del diseño en función de la naturaleza.
SB: ¿Cómo se podría definir la estética cubana?
LR: Es como un crisol donde metes muchas cosas y las mezclas. Es como un ajiaco, un plato cubano en el que se incorporan muchos ingredientes y tipos de carne, una mezcla que ha resultado de la historia. Primeramente, hay una influencia indígena, nuestros nativos, pero también de la intervención de los españoles, de Estados Unidos, Italia y Francia. Por tanto, la idiosincrasia cubana es una mezcla; es bastante variada incluso a nivel de raza y, por ende, no existe una estética específica de Cuba, es el resultado de las interpretaciones de cada uno de los estilos internacionales. Podríamos decir que esa síntesis genera innovación, porque se adecua a nuestras costumbres y clima.
SB: ¿Cómo se ha institucionalizado la escuela cubana contemporánea?
LR: Hay un Instituto Superior de Diseño, que tiene más de 20 años, está interviniendo en cada una de las esferas que le es posible; nosotros somos resultado de ese instituto, y también algunos otros que trabajan de forma privada, prestando servicios a múltiples clientes.
Interviene en toda la parte gráfica. El cartel sigue siendo importante en Cuba para la promoción, incluso el cartel serigráfico, que ya casi en ninguna parte del mundo se hace.
Está la peculiaridad de que los diseñadores han creado sus propios pequeños estudios de producción. Partiendo de que lo industrial es complejo, y teniendo en cuenta que las producciones llevan un análisis de costo y rentabilidad, introducir un producto nuevo para los jóvenes que se gradúan es bastante difícil. En ese momento, se crean infraestructuras pequeñas que sirven como entrenamiento a estos nuevos diseñadores, en la elaboración de producto, mobiliario, luminaria, cerámica, etcétera.
En la parte arquitectónica tenemos limitaciones. Se trabaja con lo básico, con materiales comunes como el ladrillo y el bloque. En el caso de otras intervenciones estatales sí se usa más tecnología, porque son edificaciones que se están construyendo para recuperar dinero. Se están construyendo nuevas obras y se están haciendo remodelaciones también. Las grandes construcciones están enfocadas en escuelas, hospitales y, en algunos casos, hoteles que se enfocan hacia el turismo, que se ha convertido en uno de los principales sectores de ingreso del país.