La arquitecta anglo-iraquí Zaha Hadid no fue una eminencia por ser mujer, lo fue porque dedicó años de su vida a formarse y perfeccionarse, como puede hacerlo cualquiera que se lo proponga, sin importar su género.

“Sí, soy feminista, porque veo a todas las mujeres inteligentes, talentosas y duras. Creo en la habilidad femenina, y en el poder y la independencia femenina. No solía gustarme que me denominaran como mujer arquitecta. Lo importante es que soy arquitecta, ser mujer es información secundaria. Pero quizá eso haya ayudado a otras mujeres, inspirando a que escojan una profesión y hacer algo al respecto, especialmente en un campo considerado no apto para mujeres”, declaró Hadid.

En los albores del siglo XXI, ser mujer y trabajar en el sector de la construcción implica demostrar que somos capaces de hacer lo mismo que un hombre. Si bien no son sólo competencias, tenemos las cualidades e intelecto para realizar un buen trabajo, creatividad para proponer nuevas ideas, sensibilidad de entender cómo generar empatía y trabajo en equipo.

Un estudio realizado en 2014 por el Architects’ Council of Europe en 30 naciones europeas, estima que 39 por ciento de los arquitectos practicantes son mujeres. En Estados Unidos, en 2016, aunque casi la mitad de los graduados de las escuelas de arquitectura son mujeres, sólo un 18 por ciento de los registrados como practicantes son mujeres.

En México, hacia mediados del siglo XIX, la educación en ingeniería y arquitectura era exclusiva para hombres. Fue en 1910 cuando se permitió a las mujeres ingresar a la universidad; sin embargo, casi todas se incorporaban a la carrera de Filosofía y Letras. Esta inercia la rompió María Luisa Dehesa Gómez Farías, quien fue la primera arquitecta mexicana. A los 21 años ingresó a estudiar la carrera, titulándose en 1937.

Otra pionera de la arquitectura es Susana Miranda, ex presidenta del Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México y Sociedad de Arquitectos Mexicanos (CAM-SAM), ya que fue la primera mujer en presidir este organismo tras 99 años de presidentes varones.

Es importante resaltar cómo las nuevas generaciones vienen empujando fuerte la equidad de género, y cómo cada vez más las mujeres se interesan por carreras de ingeniería y arquitectura. Ejemplo de ello, se refleja en la composición de la matrícula de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, donde para 2018, el 49 por ciento eran mujeres.

La diversidad enriquece la toma de decisiones. El contar con perspectivas diferentes en la mesa permite que las estrategias sean mejores; además, está comprobado que las compañías que se preocupan por formar equipos directivos diversos son más rentables.

La industria de la construcción no es la excepción. Los retos que enfrenta el mundo ante el cambio tan grande en el diseño de espacios de vivienda, corporativos y educación exige que la perspectiva femenina y su inclusión sea preponderante. Las mujeres debemos estar incluidas en el diseño e implementación de un mundo más equitativo para las nuevas generaciones.

 

Teresa Farías 

Twitter: @GAYAmx

Arquitecta por el Tecnológico de Monterrey con un MBA en Negocios Internacionales por la Thunderbird School of Global Management. Cuenta con una amplia experiencia en la industria de arquitectura de interiores. Actualmente, es la Directora Comercial en GAYA Sinergia Constructiva. Desde septiembre del 2020 funge como presidenta del Women’s Leadership Initiative, programa del Urban Land Institute (ULI) en México, cuyo objetivo es aumentar la visibilidad y participación de las mujeres en el sector inmobiliario.

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