Priorizar el uso de las nuevas tecnologías es el primer enfoque que debe tener una smart city o aquella que pretenda serlo. La meta en todo caso es poner a la inteligencia al servicio de la seguridad de los ciudadanos

Por: Iván Kraljevic, Fotografía: Cortesía de Motorola Solutions

La inseguridad está presente en nuestra conversación cotidiana con la familia, amigos y colegas de trabajo. A diario escuchamos frases de organismos internacionales que afirman que Latinoamérica “es la región más violenta del planeta, fuera de las zonas de guerra”, o que “uno de cada tres homicidios que ocurren en el mundo se registra en América Latina y el Caribe”. Sin ir muy lejos, México es uno de los países con mayor índice de violencia e impunidad en el continente americano; tan sólo en 2019, registró 34 mil 582 homicidios dolosos, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP). Lo anterior representa un aumento del 2.48 por ciento con respecto al 2018, año en el que se registraron 33 mil 743 homicidios de este tipo.

Todos por igual, sin importar país o ciudad, nos sentimos afectados por las experiencias y relatos que exponen el grado de inseguridad, criminalidad y violencia que se vive en las calles, y de la cual muy seguramente hemos sido víctimas en mayor o menor grado, directa o indirectamente.

Así, nos encontramos hoy ante un círculo vicioso en donde la inseguridad impacta en la actividad económica, lo que conlleva a menores oportunidades de crecimiento y generación de empleo, reproduciendo sin fin el ciclo de pobreza que es uno de los impulsores de la delincuencia.

Como ciudadanos, el crimen impone un costo adicional en nuestras vidas, afectando la salud, productividad, capacidad de inversión (de esfuerzo, de ahorros) y nivel de consumo, al entrar en una dinámica de supervivencia. En este escenario, el crimen organizado toma ventajas para fortalecerse y mantener el poder de ciertos territorios.

Las TIC son las mejores aliadas para empoderar y mejorar la gestión policial, aumentar la responsabilidad de los cuerpos del orden y luchar contra la corrupción

Una ciudad segura, es una ciudad con mejores oportunidades de desarrollo
En un estudio reciente sobre el costo de la inseguridad en los países latinoamericanos, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) confirmó que la violencia y el crimen le cuestan a la región de América Latina y el Caribe hasta 261 mil millones de dólares, monto que evidentemente es retirado del presupuesto designado a apoyar rubros claves como educación o combate a la pobreza. Además, el mismo BID destaca que, paradójicamente, se gasta más del producto interno bruto (PIB) en seguridad en comparación con países desarrollados con tasas más bajas de criminalidad. Mientras que Estados Unidos invierte 2.75 por ciento, Francia 1.87 por ciento y Alemania 1.34 por ciento para combatir la inseguridad, en Latinoamérica se destina hasta un 3.55 por ciento. En contraste, México sólo invierte el 0.96 por ciento, de acuerdo con el Observatorio Nacional Ciudadano.

Organismos como el Banco Mundial y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, afirman que las altas tasas de criminalidad y violencia en Latinoamérica amenazan el bienestar humano e impiden el crecimiento y desarrollo socioeconómico de la región. En este contexto, parece ambicioso y casi utópico pensar en un subcontinente de smart cities, con características de sostenibilidad, servicios que aumenten la calidad de vida de sus habitantes y sistemas convergentes basados en las llamadas tecnologías de información y comunicación (TIC), para asegurar el orden.

¿Cómo evolucionar hacia una ciudad inteligente si la atención se concentra en frenar el desarrollo de una metrópoli insegura? La respuesta es que, el primer enfoque de una smart city o aquella que pretenda serlo, debe poner la inteligencia al servicio de la protección de sus ciudadanos.

La función de la seguridad pública ha evolucionado. Hoy la dinámica en las urbes se ha vuelto más compleja; la información es inmediata, las fronteras se han acortado y el crimen organizado y narcotráfico cuenta con un nivel de sofisticación mayor.

La tecnología, sin duda, juega un papel muy importante. En 2018, un estudio realizado por Lucía Dammert, analista e investigadora internacional en seguridad, analizó la situación de múltiples instituciones de seguridad pública en Latinoamérica y reconoció aquellas que han desarrollado un proceso serio de adquisición de tecnología, en donde las estrategias de trabajo policial basadas en evidencia, son aquellas que efectivamente pueden prevenir y controlar el delito con mejores resultados.

En el estudio se perciben diversos factores que aportan a una mejora en materia de seguridad pública, pero llaman la atención tres relativos a la tecnología: primero, una constante y efectiva formación policial, misma que contempla una edad apropiada y la facilidad para adaptarse al desarrollo tecnológico; segundo, la inversión en sistemas de información que permitan determinar con exactitud los delitos y, con ello, las acciones de respuesta. Por último, las TIC, como las mejores aliadas para empoderar y mejorar la gestión policial, aumentar la responsabilidad de los cuerpos del orden y luchar contra la corrupción.

De acuerdo con el BID, la violencia y el crimen le cuestan a la región de América Latina y el Caribe hasta 261 mil millones de dólares al año. En la imagen, la ciudad de Río de Janeiro, en Brasil, una metrópoli que ha logrado bajar sus tasas de criminalidad en los últimos años gracias a la implementación de las TIC

Las ciudades inteligentes, por lo tanto, deben priorizar el uso de las TIC para la seguridad. Los responsables de proteger a la ciudadanía (fuerzas de seguridad pública y emergencias), deben contar con soluciones tecnológicas inteligentes que les permitan tomar decisiones efectivas en tiempo real en medio de una emergencia y, más aún, anticiparse a situaciones que amenacen su seguridad, para prevenirlas.

El objetivo es evolucionar de un paradigma reactivo a un modelo proactivo, con información convertida en inteligencia, a través de la integración de sistemas, tecnologías y datos inconexos, para que los organismos de seguridad pública puedan contar con mayores y mejores capacidades de toma de decisión informada.

Motorola Solutions cuenta con un amplio ecosistema de soluciones y aplicaciones que permiten a las agencias de seguridad y emergencias contar con información convertida en inteligencia en tiempo real para responder y anticipar las amenazas en materia de seguridad. Se trata de soluciones escalables, interoperables y convergentes, diseñadas para operar bajo estándares internacionales.

Un factor determinante para el éxito de los gobiernos y administraciones locales, que buscan convertir a sus localidades en ciudades inteligentes exitosas y económicamente pujantes, es la medida en que la inteligencia y el poder de las TIC se pongan al servicio de la seguridad de sus ciudadanos, recursos y activos.
——-

Iván Kraljevic
Experto en ciudades seguras, cuenta con más de 20 años de experiencia diseñando y promoviendo soluciones inteligentes para seguridad pública. Profesional en Ingeniería Eléctrica por la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba; asimismo, cuenta con una certificación en Psicología de Justicia Criminal de la Universidad de Queensland. Desde el 2007, se unió a Motorola Solutions asumiendo roles de liderazgo.

About The Author

Related Posts

shares