El diseño va de la mano con la sustentabilidad. Mi postura consiste, de manera esencial, en el respeto al material natural, su textura y uso consciente. La madera, al ser un material muy noble, puede tomar casi cualquier forma; por eso merece ser tratada con responsabilidad.

La relación de la materia prima con su forma original, la optimización de su desperdicio, el aprovechamiento de sus propiedades –mediante usos correctos– y la adquisición certificada y con los permisos de autoridades competentes hace de la madera un material muy completo que desempeña un rol relevante en la sustentabilidad.

Muchos llegan a pensar que trabajar con materiales naturales –como las maderas macizas– genera un impacto negativo en el medio ambiente, sin embargo, su uso sensato puede resultar ser más beneficioso para el planeta. Un ejemplo son las plantaciones de encino y nogal en Estados Unidos que, gracias al incremento en su consumo y popularidad, han logrado aumentar de forma considerable el tamaño de los bosques en en los últimos años.

Debemos estar al tanto de cómo la industria global –enfocada en el consumo masivo y la rentabilidad–, administra los espacios destinados a las plantaciones, convirtiéndose en una grave amenaza capaz de terminar con especies fundamentales de ecosistemas específicos.

Ejemplos como la reducción del tamaño de selvas, en países como Indonesia o Brasil, nos hace entender que, a menor consumo de materia prima natural, mayor espacio para el cultivo de productos alimenticios o derivados hay (el aceite de palma es un ejemplo). Ante los ojos del consumismo, ocupar el espacio para el desarrollo de productos rentables es más beneficioso para el sistema comercial.

En este orden de ideas, el uso responsable de las maderas duras mexicanas genera un menor impacto ambiental. Al consumir esta materia prima, se impulsa la manufactura, creando la necesidad de fomentar nuevas plantaciones destinadas a ocuparse de 10 a 20 años en el futuro, expandiendo el espacio dedicado a especies como el pino y el encino –algunas de las más prolíficas en México–.

Hoy en día, sin embargo, la industria del país no está correctamente regulada, por lo que está en nosotros consumir de forma sustentable, asegurándonos de adquirir productos con certificación oficial y no de origen dudoso.

Son muchos los modos de aprovechar y utilizar la madera, desde el control de troncos que caen de forma natural hasta la tala controlada. Al concebir un producto de madera maciza, hacemos un homenaje a la materia prima, transformándola en un objeto que puede acompañarnos por muchos años.

Cada elemento diseñado puede y debe ser visto bajo una óptica diferente, entendiendo que no sólo está hecho para nuestro consumo. Hay que ser conscientes de su trasfondo: las propiedades del árbol que vivió años para luego convertirse en una tabla, que después acabaría siendo un producto funcional, estético y sostenible.

Mi trabajo como diseñador se basa en el respeto por la naturaleza y en la idea de concebir piezas que perduren en el tiempo, acompañen al usuario a lo largo de su vida y permitan valorar el origen y nobleza de la materia prima. Una conexión que nos lleva a tocar la superficie de un producto, admirar cómo la luz se refleja en una curva, la calidez de un asiento, o cuando una silla nos abraza. El contacto que tenemos es con una superficie natural que alguna vez estuvo viva y ahora, vive en nosotros.

 

Sebastián Ángeles

Twitter: @sebastianangelesg y @dorica.mx
Diseñador industrial por la Universidad Anáhuac. Director y cofundador de Dórica, integrante de Mass Colectivo y colaborador con distintas marcas de diseño mexicano.

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