Una mirada consciente

Galardonado con numerosos premios, el Museo se ha vuelto ícono de la Ciudad de México no sólo por su arquitectura e integración al entorno, sino por fomentar una cultura de respeto a los otros. Diseño y consciencia social en manos de Arditti + RDT Arquitectos

Redacción, con información de Arditti + RDT Arquitectos
Fotografía/Paul Czitrom, Arturo Arditti, Jaime Navarro, Tomás Casademunt

A partir de la filosofía “Recordar no es mirar hacia atrás, más bien es dar un paso hacia delante” nace el Museo Memoria y Tolerancia, diseñado por Arditti + RDT Arquitectos.

El edificio se encuentra dentro de la Plaza Juárez, en el centro histórico de la Ciudad de México. Una obra cuyo objetivo pretende que el visitante comprenda de la historia, reflexione acerca de nuestro papel en el mundo, para finalmente actuar en favor de nuestra sociedad de manera íntegra y consciente. Su fin principal es fomentar la tolerancia a través de la memoria histórica y enseñar que las diferencias no destruyen, sino por el contrario, complementan. La educación, como herramienta de reflexión, es lo que inspira a la creación de este lugar.

El museo aspira a difundir en la sociedad mexicana el valor y la importancia de la tolerancia y la aceptación de la diversidad a partir de la exposición del Holocausto y otros genocidios étnicos. Por dicho motivo, asume un compromiso con la sociedad, pero también con el medioambiente, aferrándose a valores de conciencia sustentable que pretenden transmitir de igual forma el balance y el respeto que le debemos a nuestro planeta. Es de esta manera que la concepción física del edificio se relaciona formalmente, reforzando el contenido del mismo por medio del área museográfica.

El recorrido comienza en el sexto piso con una exposición lineal dividida en dos partes troncales: “Memoria” y “Tolerancia”. A modo de transición, nos encontramos con el “Memorial de los niños”, flotando sobre el gran atrio y materializado en un cubo de doble altura de corian; contiene en su interior una cascada de 20 mil lágrimas de cristal suspendidas que, ilumindas por la luz natural, buscan inmortalizar a 2 millones de niños como el potencial perdido. Dicho volumen está revestido por una piel exterior diseñada por el artista holandés Jan Hendrix, representando a partir de calados; la hoja de olivo en blanco como símbolo de paz y armonía.

Este museo es un edificio con un sello vanguardista que convive en armonía con su entorno urbano, integrado al contexto histórico del centro de la Ciudad de México, consiguiendo un lenguaje arquitectónico propio que responde a su época.

El reto del despacho Arditti + RDT Arquitectos fue conseguir diseñar un edificio de calidad que compita a nivel mundial y que contemple desde su concepción, las particularidades que supone la temática de este museo tan especial. Diseñar para el ser humano, comprometerse con el ambiente y hacer eficientes los recursos fueron algunas de las premisas que gestaron dicho proyecto.

En cuanto a la materialización de la obra, la construcción se sostiene con una estructura mixta de concreto armado y acero, logrando como resultado seis niveles: tres museográficos, dedicados a exhibiciones permanentes (“Memoria” y “Tolerancia”) y los tres restantes complementarios; además cuenta con un sótano de instalaciones, servicios y un área dedicada a los niños. Está compuesto principalmente, de materiales como el concreto aparente, la cantera negra, la madera y el cristal. Reducir al mínimo el impacto sobre la huella de carbono fue un punto destacado, por lo que se consideraron materiales regionales y de bajo mantenimiento que envejezcan noblemente con el paso del tiempo.

Para el proyecto arquitectónico se tomaron como módulos de estructura superficies de 1.22 por 2.44 metros; esto permitió desde el aspecto formal crear un área tridimensional que transmite una sensación espacial relacionada al tópico expuesto. Dicha modulación contribuyó al ahorro de materiales, optimizando el uso de recursos y reduciendo al máximo los cortes residuales.
Otro aspecto destacable es el empleo de cristales low-e en grandes superficies de ventanales, los cuales aportaron al buen funcionamiento del inmueble, desde la disminución considerable de la carga térmica en el interior; en conjunto con el uso de aislantes de tipo TPO en su azotea y fachadas ventiladas. Cuenta también con sistemas de control en su instalación eléctrica, hidráulica y sanitaria. Los equipos de aire acondicionado utilizados para mantener el interior del recinto a una temperatura óptima, generando menos dióxido de carbono de volumen variable. En las áreas de museografía y sociales hay sistemas de control de presencia y movimiento, así como luminarias led.

En conjunto y en común acuerdo con Plaza Juárez, se diseñó una planta de tratamiento de aguas, la cual le da reutilización a todas las áreas sanitarias, cafetería, servicios de mantenimiento, limpieza y riego.

El edificio fue construido respetando las normas y estándares LEED. Su museografía interactiva es integrada por sistemas de presencia y ahorro de energía por zonas según la exposición.

Cuando hablamos del Museo Memoria y Tolerancia, hacemos referencia a un edificio que implementa toda clase de tecnología para lograr mayor eficiencia en su uso y control. Estas tecnologías abarcan tres diferentes categorías: seguridad, comunicaciones, automatización y monitoreo de sistemas críticos. En este sentido, se trata de un edificio inteligente, debido a que desde su conceptualización fue diseñado para poder implementar de una forma sencilla y eficiente los avances tecnológicos que van desarrollándose.

Dentro de los sistemas de seguridad, se incluyen sistemas de circuito cerrado de televisión analógicos, de detección de humo, de control de accesos para control de áreas restringidas; todos éstos integrados para una interoperación más eficiente del inmueble.

El Museo introduce también un método de automatización para control del aire acondicionado y el monitoreo de las temperaturas y humedades en diversas áreas del inmueble, a fin de proteger las obras que ahí se exhiben. Finalmente, el sistema de comunicación permite tener wifi en todas las áreas públicas y privadas del edificio, interconexión alámbrica e inalámbrica de computadoras en el área administrativa y equipos interactivos para brindar al visitante una experiencia única en su visita al museo. Flexibilidad en el diseño y eficiencia es lo que ofrece este edificio, posibilitando mejoras tecnológicas en los sistemas ya instalados y la integración de nuevas tecnologías en el futuro.

El inmueble ha recibido más de 18 reconocimientos y premios a nivel tanto nacional como internacional por su destacada aportación arquitectónica. En 2011, el Instituto Mexicano del Edificio Inteligente (IMEI) otorgó el Premio Nacional IMEI como uno de los mejores edificios sustentables del año. Por lo tanto, no sólo hace un significativo aporte a la sociedad desde lo simbólico, sino que además es pionero en Ciudad de México al ser el primero en su rubro en emplear este tipo de tecnología.

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