… y su impacto en los edificios del futuro, donde la triada de energía, ecología y entorno son indivisibles

Por Carlos E. Razo

En la actualidad, una de las posibles preguntas más frecuentes dentro del sector inmobiliario es: ¿cómo serán los edificios del futuro? Al responder, se integran conceptos como el de la tecnología y la sustentabilidad; construcciones inteligentes que serán piezas protagónicas de las smart cities, o bien de las “ciudades inteligentes o sensibles”, a lo cual se suman otros factores como el de la habitabilidad y la calidad de vida.

Uno de los desafíos es diseñar “edificios inteligentes” o “sensibles con el medioambiente”. El clima es un factor de gran importancia en la propuesta de la forma (morfología) de dichos edificios. Sin embargo, el contexto plantea diversas problemáticas: inseguridad, contaminación, escasez de agua y de recursos energéticos, entre otros.

Las soluciones, por lo tanto, tienen que ofrecer experiencias excepcionales a los habitantes de estos inmuebles; espacios funcionales, estéticos, confortables y eficientes, que enfrenten, simultáneamente, los problemas que aquejan a las ciudades. En consecuencia, los edificios deben de otorgar al interior, grandes beneficios a los usuarios, y, al exterior, mejoras a la ciudad.

Energía, ecología y entorno se convierten en una triada indivisible; mayor eficiencia en el uso de recursos, mejor gestión en las edificaciones y la generación paralela de fuentes alternativas de energía son piezas fundamentales en esta visión.

Integrar espacios, personas, procesos y tecnología demanda un alto grado de planeación y control, por lo que es necesario plantear el rol de los “actores”, los profesionistas responsables de este futuro. Arquitectos e ingenieros, entre otros, trabajan de manera interdisciplinaria para diseñar y construir estas obras. Proyectos centrados en los seres humanos, edificios que deben concebirse como ecosistemas sostenibles, infraestructuras conectadas a las tecnologías de la información y la comunicación. De este modo, es necesario resaltar el trabajo del gestor y operador de estos inmuebles: el facility management.

Esta figura representa una estrategia para la gestión y mantenimiento de las edificaciones; planea, programa y controla cada uno de los sistemas e instalaciones, con la finalidad de garantizar niveles óptimos de confort y seguridad, mejorando simultáneamente los costos de operación.

Rentabilidad, valor agregado y retorno de inversión forman parte de un conjunto de premisas que se asocian a la cultura del mantenimiento preventivo y predictivo en esta disciplina.

Por lo tanto, la operación y administración de cualquier inmueble debe quedar en manos de expertos, es decir, de gente capacitada para poner en marcha una maquinaria de conocimientos y herramientas específicas, así como modelos innovadores que integren diferentes soluciones tecnológicas, mejoren las condiciones de eficiencia energética y la conectividad de los usuarios. Esto, en consecuencia, redundará en una mayor productividad y en una reducción de gastos simultánea.

Se infiere, entonces, la necesidad de impulsar una cultura del facility management, a la par de detonar las buenas prácticas en la industria de la edificación inteligente, la ética y la responsabilidad social. Lo anterior con el propósito de engranar esta pieza fundamental en el creciente futuro inmobiliario.

Seis esferas de acción:

Gestión inmobiliaria

Gestión financiera

Gestión de los espacios

Gestión de los recursos humanos

Gestión de operación y mantenimiento

Gestión de seguridad y salud

 

Carlos E. Razo
Arquitecto con estudios de posgrado en Interiorismo, con 16 años de experiencia en la dirección, gerencia y supervisión de construcción, tanto en obras del sector público como del privado. Actualmente, es jefe de Posgrado de la Facultad Mexicana de Arquitectura, Diseño y Comunicación en la Universidad La Salle y socio fundador del despacho CR+3 ARQUITECTOS.

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