A nivel global, parientes cercanos y ambiciosos (prosecco, cava, crémant, franciacorta, asti, et al) buscan destronarle. En México, sin embargo, las estadísticas le auguran una nueva época dorada. El déspota, líquido en este caso, es el champagne, el Rey Sol de los vinos espumosos
Por: Ricardo Donato
Bebida divina y aristócrata, ligada históricamente a las nociones de lujo, erotismo y sobreabundancia, que nadie dude que el champagne está listo para defender, con todo, su título.
Sus números hablan por sí solos. Tan sólo en 2016, la Appellation d’Origine Contrôlée (AOC) Champagne produjo 306.1 millones de botellas y su industria facturó más de 4.7 billones de euros. El 51.5 por ciento de la producción fue para consumo local, mientras que el 48.5 restante se exportó a 190 países, entre ellos México, según datos del Comité Interprofessionnel du vin de Champagne.
En el competido mercado de las burbujas, esta denominación supuso el 32 por ciento del valor, pues a nivel global el champagne se vendió mucho más caro que cualquier otro vino espumoso (26.5 euros la botella, en promedio). La cifra es significativa, ya que en términos de volumen apenas representó 10 por ciento del mercado –su principal competidor, el prosecco italiano, en cambio, acaparó casi una cuarta parte del volumen, pero sólo el 13.3 por ciento del valor.
Los mexicanos, por su parte, experimentan un crush con esta bebida. En 2016, el país importó un millón 155 mil botellas de 750 mililitros, lo que significó un incremento en el volumen de ventas de 23 por ciento, en relación al 2015, de acuerdo con el Sistema de Información Arancelaria Vía Internet (SIAVI) de la Secretaría de Economía.
“Experimentamos un boom de marcas de lujo en general, y el champagne, la luxury brand de toda la vida, no se queda atrás”, afirma en entrevista para Smart Building, Luis Tormo, director general de Freixenet México. Subraya que hoy en día todas las categorías de espumosos registran una expansión inaudita, cava, prosecco, crémant, franciacorta, pero más el champagne.
A nivel global, México ya es el noveno mercado con más rápido crecimiento en el consumo de la bebida gala, con un alza sostenida de más de 12 por ciento anual.
Tormo atribuye este aumento a tres jugadores clave: “la aparición de clientes más conocedores y exigentes en sus peticiones de burbuja; nuevos importadores que han enriquecido la oferta, trayendo más y mejores marcas y, por último, los restaurantes, cuyos chefs tienden a maridar frecuentemente sus platillos con vino y, en especial, con champagne”.
Así, de momento, todas las cifras apuntan a que nadie desbancará de su trono al más ilustre de los vinos espumosos. Y es que, poco importa la nacionalidad, para el bon vivant conocedor, asiduo a bares, fiestas y restaurantes de lujo, el rey es y seguirá siendo el champagne.