La Ciudad de México enfrenta uno de los desafíos más grandes de su historia. Los niveles de contagio de la covid-19 se han desbordado. Es muy claro: debemos cuidarnos.

Susana Distancia ha sido elocuente. Debemos guardar un espacio de seguridad en áreas públicas. No obstante, hay un lugar intermedio entre el espacio público y el intradomiciliario en donde las medidas que han de adoptarse no son claras y menos aún quién y cómo deben implementarse. Esta área gris es el condominio y sus áreas comunes.

Esto no es nuevo, el condominio y sus instituciones son un limbo regulatorio al que no ha llegado el Estado de Derecho. No se siente su seguridad, no se vive. Hay un marco jurídico pero carece de consecuencias modeladoras de conducta. Hay autoridad pero es ineficaz y parece que su interés regulatorio se basa en apelar a la naturaleza buena del ser humano. Y el limbo crece y se hace evidente, pesado y gris en situaciones como las que hoy vivimos.

Ante la covid-19, la Procuraduría Social de la Ciudad de México (Prosoc), al día de la redacción de esta contribución, había emitido sólo un boletín en el que recomendaba la adopción de algunas medidas, entre ellas: demostrar solidaridad; restringir la movilidad; evitar concentración; limpieza y desinfección; mantener la sana distancia; en caso de presentar u observar síntomas, mandar un mensaje de texto con la palabra COVID19 al 51515.

Después de hacer un alto, me veo en la necesidad de preguntar: ¿Cuál es la razón por la que la Prosoc no se asume como un organismo regulatorio? ¿Tendría que publicar criterios acerca de cómo debe interpretarse la Ley en la materia de cara a esta eventualidad? ¿Debería generar directrices y protocolos de actuación? ¿No sería su obligación estar en contacto directo con administradores, comités de vigilancia y de seguridad y protección civil? Luego, al hacer esto, ¿no sería un receptáculo y generador de información estratégica para la toma de decisiones de las más altas esferas gubernamentales de la Ciudad de México?

Sé que usted, lector reflexivo, podría pensar que no es el momento de escarbar en teleologías y naturalezas regulatorias. Pero le aseguro que al tener claras estas respuestas, cuestiones más cotidianas y apremiantes se abordarían de manera más ágil y contundente. Situaciones como el alcance de las facultades de los organismos condominales, el uso de las áreas comunes, protocolos en caso de ser infectados, así como de seguridad y de mantenimiento, encontrarían fácil implementación y se traducirían en una percepción de cercanía, seguridad y bienestar ciudadano.

Al plantear estas preguntas, no espero respuestas inmutables y definitivas. El verdadero liderazgo democrático, el que estamos esperando en momentos difíciles e inciertos, no es el que tiene todas las réplicas correctas, sino el que plantea las mejores preguntas y crea mecanismos para que entre todos generemos e implementemos las mejores soluciones.
La autoridad no puede perder la oportunidad de acercarse y hacer aliados a los condóminos ciudadanos en miras de un mejor desempeño. Sea esta coyuntura, un momento de oportunidad y no sólo de crisis.

Estanislao Sandoval Bosch
Licenciado en Derecho por la UMA, maestro en Derecho Administrativo y de la Regulación por el ITAM, y especialista en Comercio Exterior por la UNAM. Se desempeñó como director general de Asuntos Jurídicos de la ARTF y ocupó diversos cargos en la Cofece. Ha sido certificado por la CNBV en materia de prevención de lavado de dinero.

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