Necesitamos encontrar una mejor manera de relacionarnos con la Tierra. Ser semillas de un movimiento que posibilite un futuro sostenible. Pasé muchos años pensando en este reto, así como en mi papel y el de la arquitectura, buscando alternativas de construcción más ecológicas y justas. El Pabellón de Bambú de Design Week 2020 fue un emblema de este viaje. YOO’ –refugio en zapoteco– representa un cambio de actitud hacia la Tierra desde el diseño y la arquitectura.
La exposición fue compuesta por figuras geodésicas que reúnen recursos como el bambú, un material con capacidades estructurales que le permiten sustituir otros materiales que son perjudiciales para el medio ambiente. Lo complementamos con Xuxes, un material artesanal elaborado manualmente en Yucatán con materia prima local: fibras de henequén y hule natural. El proyecto ilustra una forma más consciente de construir y de habitar desde el cuidado recíproco entre naturaleza, comunidad y persona.
El bambú, material principal de la exposición, es un pasto gigante que se ha adaptado a muy diversos ecosistemas. Desde hace milenios, los grupos humanos que lo han visto crecer han reconocido su enorme potencial como material de construcción. Sus características –es duradero, confiable, fuerte, ágil y ligero– compiten con las del acero y el concreto. El bambú se distingue sobre todo en una cosa: a diferencia de la competencia, es radicalmente sostenible.
La noción de sostenibilidad va más allá del cuidado del medio ambiente: se refiere también a garantizar prosperidad económica y justicia social para las generaciones actuales y futuras. Y el papel del bambú en este equilibrio puede ser protagónico. Crece muy rápido y, al hacerlo, limpia el agua y sana los suelos. Se regenera tras ser cosechado y continúa capturando CO2 de la atmósfera. Además, la simplicidad de su uso y su abundancia en entornos muy distintos lo hace económicamente accesible. Con una campaña de educación sobre los métodos de construcción y cuidado que implica su uso, es plausible un futuro cercano con parques comunitarios de bambú que al mismo tiempo reducen nuestra huella ambiental, aportan armonía al entorno urbano y regeneran el tejido social con oportunidades económicas de construcción colaborativa.