Habitabilidad, hacer lugar y compromiso socio-ecológico son algunos de los conceptos que explican y atraviesan la obra de esta arquitecta mexicana, sin duda, una de las mayores exponentes de la edificación sostenible contemporánea.

Por: Ricardo Donato / Fotografías: Rozana Montiel Estudio de Arquitectura

Para Rozana Montiel (Ciudad de México, 1972) la arquitectura va más allá de una simple profesión: es la posibilidad de transformar de modo positivo y sostenible las condiciones espacio-temporales de habitabilidad. Es transformar el espacio en lugar. Es sostener una postura ética y estética congruente con el medio ambiente y la sociedad.

El interés espacial surge en ella desde muy temprana edad, cuando sus padres, también coleccionistas de arte con una galería propia en casa, la llevaban a museos y le brindaban la confianza de modificar su entorno: “El primer espacio que diseñé fue mi cuarto, siendo muy niña. En casa siempre me dieron la libertad para poder transformar mi espacio. Para mí la arquitectura es la capacidad de imaginar tiempos y espacios diferentes. Es algo que viene desde mi niñez y que tiene que ver con seguir imaginando distintas realidades”, rememora la arquitecta Montiel en entrevista exclusiva con Smart Building.

Fue gracias a esta precocidad y a su amplio bagaje cultural en torno a las bellas artes que pronto supo cuál sería su vocación. Animada por su padre, estudió Arquitectura en la Universidad Iberoamericana, escuela de la que se gradúo en 1998. Dos años más tarde realizó una maestría en Arquitectura, Crítica y Proyecto en la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).

Con más de dos décadas de trayectoria, Rozana Montiel ya cosecha una miríada de premios y distinciones nacionales e internacionales que reconocen su visión del oficio arquitectónico. Algunos de los más destacados son el premio Emerging Voices otorgado por la Architectural League of New York y el primer lugar en la categoría Mejor Intervención Arquitectónica del Año en los Premios CDMX, ambos en 2016; Premio Moira Gemmill otorgado por la Architectural Review en Londres, el Overall Award y el primer lugar de la categoría Moving en los Archmarathon Awards de Miami, en 2017; Premio MCHAP a la Práctica Emergente otorgado por el Instituto de Tecnología de Illinois, en 2018, así como el Global Award for Sustainable Architecture concedido por la Cité de l’Architecture, París, en 2019. Asimismo, en 2017, la Rockefeller Foundation la seleccionó para una residencia artística en el Centro Bellagio (Como, Italia). Recientemente, la publicación británica BUILD Magazine reconoció su trabajo en los Design and Build Awards en la categoría Diseño Arquitectónico más Destacado México 2020, mientras que su obra Vivienda en Ocuilan fue una de las finalistas del Premio Oscar Niemeyer 2020.

Actualmente, además, es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes. Su obra interdisciplinaria, además, se ha exhibido en México, España, Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y China. También ha presentado sus proyectos e instalaciones en algunas de las Bienales de Arquitectura más importantes del mundo, como las de Venecia, São Paulo, Chile, Lima y Rotterdam.

Nada mal para una mujer que ya desde niña imaginaba con transformar la habitabilidad de su entorno inmediato.

Smart Building (SB): ¿Cuál es el enfoque de Rozana Montiel Estudio de Arquitectura?
Rozana Montiel (RM): Me interesa trabajar en paralelo con distintas maneras de entender la arquitectura. En la oficina siempre trabajamos con proyectos sociales y privados, con distintos temas de investigación. Tratamos de relacionarnos con el arte y participar en exposiciones. Además, retroalimentamos la obra arquitectónica a través del diálogo con distintas disciplinas, es decir, tenemos un interés particular en entender la arquitectura no sólo como una suma de tabiques, sino también como una construcción sociotemporal.

SB: ¿Cómo integras en tus proyectos la sustentabilidad y el cuidado del entorno?
RM: El arquitecto tiene una gran responsabilidad social. Los espacios que diseña se transforman en construcciones sociales, ya sea que se trate de un proyecto público o privado. No solamente contribuimos a un entorno pequeño, sino también para la ciudad y el bien común de las comunidades.

Valoro la congruencia, el creer en algo y sostener una postura. Hay que tener sentido común para trabajar con el tema de la sustentabilidad. Es un tema de lógica, de recuperar lo que la arquitectura ya sabía, es decir, trabajar bioclimáticamente con los recursos existentes, con técnicas y materiales locales.

El antropólogo Gregory Bateson decía: “Así como existe una ecología de las malas hierbas, existe una ecología de las malas ideas”. Para hacer un uso eficiente de recursos es importante no sólo diseñar los productos sino rediseñar procesos, cambiar nuestra idea de eficiencia. El futuro de la arquitectura está en visualizar la construcción de un ecosistema económico y social a través del espacio.

SB: ¿Cuál es la importancia de los materiales de construcción que utilizas en tus proyectos?
RM: Investigamos y estudiamos las expresiones de un mismo material casi de forma artesanal. Me interesa rescatar ciertas técnicas locales y usarlas con materiales industriales. Identificar qué productos se consiguen en el sitio y cómo podemos resignificarlos, convertir un material ordinario en algo extraordinario. Darle una nueva forma a lo que ya existe, dar una nueva vida a algo que ya está. La idea de reciclar, de darle nuevos ciclos de vida a algo ya existente es un planteamiento importante en nuestros proyectos.

SB: ¿Cómo defines la sustentabilidad en tu obra?
RM: Una de las ideas para entender la sustentabilidad es que hay que sustentar habilidades para sostener procesos de acciones que se mantengan por sí mismos sin agotar recursos.

La sustentabilidad comienza cambiando nuestros pensamientos. Nuestros pensamientos se convierten en acciones, que a su vez se convierten en hábitos. Esos hábitos construyen nuestra realidad. Entendemos nuestros hábitos bajo el concepto de habitabilidad. La habitabilidad construye un estado de bienestar y una forma sana de habitar los espacios, el paisaje y el territorio.

“Hay que tener sentido común para trabajar con el tema de la sustentabilidad. Es un tema de lógica, de trabajar bioclimáticamente con los recursos existentes, con técnicas y materiales locales”

SB: En un escenario pandémico, ¿cuál es tu responsabilidad como arquitecta para seguir fomentando mejores edificaciones y espacios urbanos?
RM: Con el tema de la pandemia todo ha cambiado y seguirá transformándose. Necesitamos reflexionar, empezando por nuestro cuerpo, que es lo más íntimo y cercano que tenemos. Hablamos de cuerpos sanos y enfermos, de la importancia de entender la distancia y la proximidad entre ellos, por ello mi interés en la proxémica que se centra en analizar el empleo de las distancias, cerca o lejos, y de la interacción social. Hoy nuestra relación con la existencia o ausencia de contacto físico ha cambiado radicalmente. Por esto, es importante entender cómo nos movemos en el espacio íntimo, cercano, social y público, para poder diseñar mejores espacios urbanos.

SB: ¿Qué te inspira y a quién admiras para poder proyectar tus ideas?
RM: Hay un filósofo francés llamado Félix Guattari que escribe el libro de Las tres ecologías, que son el medio ambiente, las relaciones sociales y la subjetividad humana. Guattari toma la complejidad como un reto, enfoca la necesidad de estructurar una ecología social, una ecología mental y una ecología medioambiental a través de la individualidad socialmente responsable. Lo que me interesó de él fue que extiende precisamente la definición de ecología, pues extiende el término a las relaciones sociales y la subjetividad. Cuando entra la parte humana hay una nueva forma de sustentabilidad; una sosteniblidad social. Para mí, la visión de Guattari se traduce en fomentar las relaciones humanas. Cuando el espacio se convierte en lugar es cuando se da la interacción humana.

SB: ¿Cuáles son los proyectos en puerta de Rozana Montiel Estudio de Arquitectura?
RM: Como lo mencionaba al inicio, trabajamos en diversos tipos de proyectos en paralelo, en distintas capas y escalas. Por un lado, está en construcción nuestro Pilares (punto de innovación, arte, educación y saberes) en Iztapalapa. Estamos en proceso de diseño de un mercado y una plaza en Cuautla, y de un parque lineal con un centro cívico y cultural en Jiutepec, Morelos. Estamos también terminando la construcción de tres casas en Valle de Bravo, y estamos por iniciar una cuarta. En paralelo, estamos participando en una serie de exposiciones de arte, realizando la investigación Zoom de línea para la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte, y este semestre estaré impartiendo clases en la Universidad de Cornell, en Ithaca, Nueva York.

SB: ¿Qué experiencias te ha dejado la realización de libros como el de UH?
RM: UH: Espacios Comunes en Unidades Habitacionales fue una experiencia de estudio y observación en la que diseñamos espacio con tipografías. El libro está hecho a base de dibujos en post-its llamados aforismos gráficos, que a su vez compilan las observaciones y soluciones alcanzadas en tres de nuestros proyectos de rehabilitación de espacio público: Común Unidad (Ciudad de México), Cancha (Veracruz), Parque Fresnillo (Zacatecas). Es un proyecto de libro que proporciona una lectura no lineal de los tres proyectos y registra un proceso y un resultado. Esto nos llevó a crear un manifiesto sobre las ideas que desarrollamos en la oficina. Los libros se convierten en un proyecto de reflexión, análisis, síntesis. Son una manera de hacer arquitectura. Me interesa que el texto espacial, igual que un libro, abra nuevos mundos y experiencias en cada una de sus páginas.

SB: ¿Cómo defines el papel de las mujeres en la arquitectura mexicana?
RM: Las mujeres bordamos sutileza a través de grandes detalles; tejemos distintas escalas, y prestamos atención a la complejidad de lo pequeño. Conectamos espacios que se convierten en ciudad. Hoy como mujeres arquitectas alzamos la voz para que verdaderamente exista equidad de género y reconocimiento igualitario.

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