Diluir, extraer, contener y limpiar son parte de las acciones que se deben implementar en los edificios a fin de procurar una óptima calidad ambiental interior, sin menoscabo de la eficiencia energética
Redacción / Fotografías: Cortesía de Trane
La pandemia de la covid-19 amplificó la importancia de la calidad del aire interior (CAI) en las edificaciones y cómo la ausencia de ella afecta a la salud de las personas. Cerca del 75 por ciento de los contagios de coronavirus sucede en espacios interiores (edificios de oficinas, supermercados, comercios, centros de salud, escuelas, viviendas, etcétera), lugares en los que la gente pasa hasta un 90 por ciento de su tiempo. De ahí la creciente preocupación por contar con una buena ventilación y óptima CAI.
“Una ventilación adecuada contribuye a la calidad del ambiente interior porque permite que la gente se sienta bien y sea más productiva en sus actividades. Es parte de una experiencia invisible. Un buen nivel de oxigenación aumenta la productividad y cuida la salud de las personas, ya que evita la propagación de las bacterias y el contagio de enfermedades”, afirma el ingeniero Gerardo Sánchez Castillo, gerente de Sistemas de Automatización de Edificios en Trane México, en entrevista exclusiva con Smart Building.
Dado que las empresas están regresando paulatinamente a sus espacios de trabajo y actividades presenciales ¿cómo se debe mejorar la CAI y la operación de los edificios con baja ocupación? “Ahora con la nueva normalidad tenemos que ganar poco a poco la confianza de los ocupantes para que se sientan seguros en los espacios cerrados y no teman contagiarse. En Trane recomendamos hacer una evaluación de la CAI para revisar cuál es el estado del edificio y ofrecer un plan para mejorarla”, aconseja el ingeniero Sánchez Castillo.
Hoy en día, prosigue el entrevistado, empresas como Trane impulsan un enfoque holístico que gira en torno a cuatro pilares clave: diluir, extraer, contener y limpiar.
Diluir: agregar a la ventilación interior aire procedente del exterior, asegurándose de que una gran cantidad de aire fresco del exterior diluya la acumulación de contaminantes en el interior mediante una ventilación adecuada.
Extraer: sacar el aire es igualmente importante, especialmente el aire de cocinas y baños, sobre todo cuando un espacio se satura de dióxido de carbono.
Contener: mantener los niveles de humedad interior dentro del rango recomendado por ASHRAE. Esto maximiza la comodidad de los ocupantes y reduce el riesgo de crecimiento microbiano.
Limpiar: reducir partículas, olores o microorganismos como moho, bacterias y ciertos virus, utilizando filtros de mayor eficiencia, humidificadores, deshumidificadores o ventiladores para garantizar el mejor aire posible dentro de los inmuebles.
Una ventaja de los sistemas HVAC es que su consumo energético es variable porque no todo el día se mantiene el mismo asoleamiento en una planta, ni la ocupación del edificio es igual. “La carga interna también puede ser provocada por las computadoras u otros equipos, pero toda la carga es variable. Entonces, lo que hacemos es un pronóstico de cómo será el perfil de carga para ayudarles a los clientes a escoger la mejor distribución de los equipos”, explica el ingeniero Sánchez Castillo.
Adicionalmente, existen enfriadoras y manejadoras de aire exterior que utilizan el mismo aire que sale para preenfriarlo y pretratarlo. Éstas cuentan con diseños térmicos para poder dar un consumo energético más eficiente. Si bien representan una inversión alta de capital, “tienen una recuperación de dos a tres años que se paga contra el gasto de energía que se tendría al meter aire de afuera y acondicionarlo”, comenta el experto de Trane México.
LA SUSTENTABILIDAD POR DELANTE
La industria de la construcción en México proporciona una fuente significativa de empleo y es un motor de crecimiento para el país. Tan sólo en 2019, representó un 7 por ciento del producto interno bruto (PIB), de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. A pesar de los efectos negativos de la pandemia, el PIB del sector en 2020 se sitúo en 1.01 billones de pesos mexicanos, según el portal en línea Statista.
Una gran industria como esta requiere también acciones contundentes para reducir su huella ecológica. A nivel global, la construcción aporta más del 40 por ciento de los gases de efecto invernadero (GEI). De este modo, los edificios verdes son una de las soluciones para contribuir al cuidado del planeta.
“Un edificio sustentable se basa en un diseño arquitectónico, pero también en las soluciones y acciones que implementa en su interior. En edificios comerciales el aire acondicionado representa un 40 por ciento del consumo energético, por ello es indispensable contar con equipos HVAC eficientes y sistemas de automatización que permitan controlar el régimen que se debe tener para satisfacer a los usuarios y garantizar un uso de energía mínimo”, asegura el ingeniero Sánchez Castillo.
De acuerdo con la Agencia Internacional de Energía (AIE), en 2020, alrededor del 59 por ciento de todas las inversiones en eficiencia energética se canalizaron hacia el sector de la construcción. “Un 60 por ciento del consumo total de la densidad de energía de un país se concentra en las grandes ciudades, de ahí la importancia de tomar medidas y acciones para este punto. Debemos volcarnos hacia la sustentabilidad y a cuidar la calidad del aire interior y exterior de los edificios”, añade el entrevistado.
Según el Consejo Mundial de Construcción Sostenible, 24 ciudades y estados en América Latina han adoptado medidas para mejorar la eficiencia energética de los edificios, respaldadas por el Acelerador de Eficiencia Energética en Construcciones (BEA, por sus siglas en inglés), una colaboración público-privada enfocada en aprovechar la eficiencia energética en la construcción para acelerar la implementación a nivel gubernamental. Dos de estas urbes se ubican en la república mexicana (Mérida y la Ciudad de México).
Por su parte, el Gobierno Federal asumió los Compromisos de mitigación y adaptación ante el cambio climático para el periodo 2020-2030, los cuales se rigen bajo las contribuciones nacionalmente determinadas (NDC, por sus siglas en inglés). El objetivo es impulsar medidas de mitigación para una reducción del 36 por ciento en las emisiones de GEI para el año 2030. Meta que, sin duda, se logrará a través de la construcción de edificios con instalaciones y sistemas cada vez más eficientes, sanos y sustentables.